En estas tierras utilizan esta hoja sagrada en ceremonias, fiestas, pues son premonitoras del destino y, mediante el acto de acullicar -mantenerlas en la boca entre la mejilla y los dientes sin masticar- se transforma en un alimento, en un tónico revitalizante, que combate el cansancio, el frío y el hambre. El sentimiento de confusión y extrañeza debió de ser parecido al que debieron tener los primeros conquistadores españoles al llegar a tierras americanas.