No obstante, aparecieron nuevas figuras como Matito, Ortega y Lasala, y el Real Valladolid se mantuvo en la parte media de la tabla, rozando a veces los puestos de promoción. El Real Valladolid concluyó la campaña en sexta posición, y los aprietos económicos le obligaron a vender a la mayor parte de sus estrellas. Al inicio de la temporada siguiente, con Ipiña en el banquillo, el Valladolid se convirtió en la revelación del campeonato, codeándose con los grandes y ocupando el tercer lugar al término de la primera vuelta.